sábado, 28 de mayo de 2011

Mi autobiografía

Adelante, toma asiento y acomódate junto a la chimenea. Haré que traigan dos copas de un vino y puedes intentar aprender algo sobre la historia de mi vida. Te narraré mi vida intentando abarcar todos los aspectos que mi vieja mente me permita. ¿Me vez muy joven para hablar de recuerdos cansados? Te diré que a mis veinticinco años, siento que ya llevo en este infierno mas tiempo que tus abuelos. Mi nombre lo dejaré para después, cuando sea mas relevante.

Once de junio de 1995: tropas rusas toman Grozni y terminan por incendiar la ciudad provocando incontables muertes humanas. En Japón, un terremoto de 6,9 en la escala Richter dejó más de 6.400 muertos. En un Observatorio de Ginebra, se descubre el primer planeta que no forma parte de nuestro sistema solar: “51 Pegasi b” y dos de mis países preferidos, Finlandia y Suecia, ingresan en la Unión Europea también por esas fechas

Pues ese mismo día, entre los alborotos que provoca la entrada de la modernidad, fue cuando en un pequeño cuarto del Centro Médico Nacional "La Raza" de la gran urbe que es actualmente la Ciudad de México, vi por primera vez la luz en este Mundo. Fue un periodo en el que mi familia tomó una de las decisiones que más han repercutido en mi actual vida. Mi familia materna decidió que yo no podía tener contacto con mi familia paterna. Me quitaron mucho, y no me refiero solamente a mi padre.

En ese tiempo, la economía de mi “media” familia, empezaba a sufrir altibajos y era sostenida por el antiguo negocio heredado a mi abuelo materno de fabricación y venta de lujosas lamparas de mesa y enormes candiles de diferentes materiales, desde cobre hasta oro.

Hasta que llegó el momento en el que los altibajos se detuvieron y el negocio empezó a perder mucho dinero. La amplia tienda ubicada en la Zona Rosa frente al imponente edificio de Seguridad Publica, cerca del Centro de la Ciudad de México, tuvo que cerrar. Esa tienda en la que tanto me gustaba jugar sobre la alfombra roja, bajo los altos techos de los que colgaban una variedad de pesados candiles con estilo Colonial Mexicano, y en la parte mas alta, un enorme candil de 32 brazos tan elegante y hermoso que podía acostarme a admirarlo por mucho tiempo, cerró.

Esos tiempos pasaron, y nació mi hermana. Para entonces, mi mamá empezaba a tomar en cuenta la opción de salir de la ciudad para conseguir un trabajo en el que le pagaran lo suficiente para mantenernos. Así que nos dejó a mi y a mi hermana con mi abuela materna. Esta es una señora de carácter muy duro. Oculta sus sentimientos bajo gritos y orgullo. Es raro verla con un poco de esa delicadeza que caracteriza a otras ancianas abuelas. Por el contrario, siempre con la boca y las cejas fruncidas se enfrenta al mundo intentando no dejarse intimidar ni engañar por nadie, hasta tal grado, que incluso desconfía de las personas que la quieren y apoyan, como mi hermana y yo.

Así, pasamos la mayor parte de nuestra infancia. Teniendo miedo de que nos doliera el estomago y vomitáramos la comida porque entonces, los gritos y regaños no cesarían hasta el día siguiente. Mi abuela tiene una ideología muy conservadora. Por alguna razón, no nos dejaba a mi hermana y a mi abrazarnos cuando eramos pequeños, o jugar algo con nuestros amigos de la cuadra que involucrara tener nuestros cuerpos muy juntos. Me refiero a esos juegos en los que por ejemplo, teníamos que amontonarnos todos dentro de un reducido circulo dibujado en el piso con capacidad para la mitad de los jugadores. A mi hermana no la dejaba jugar solo con hombres y en parte eso es comprendible, pero a mí, de igual manera, me reprobaba si decidía jugar solo con las niñas de mi cuadra si mis amigos hombres no estaban. Su principio de “Niños con niños y Niñas con niñas” era demasiado estricto.

Años mas tarde, mi mamá volvió por nosotros. Nos dijo que ya se había establecido en una pequeña casa en los alrededores de Puerto Vallarta. A nosotros nos emocionó la idea: la playa, el mar, la arena, los barcos, el sol... vivir en la playa. Estoy seguro de que es el sueño de mucha gente. Pero esos cuatro años que estuve en esa región, fueron los peores, y los que marcaron mucho de mi carácter y temperamento.

En Puerto Vallarta conocí a un gran amigo al que le cargo la responsabilidad de mi estilo (música, gustos y modos). En realidad el sólo me mostró el mundo de la música Metal en los subgéneros Power, Symphonic, Gothic y Avant Garde. Esa música se convirtió rápidamente en mi preferida de todos los tiempos y sustituyó en mí a cualquier otro género musical que podría yo haber calificado de medio a excelente, dejando en segundo lugar la música clásica. Y solo esa música fue la que con el tiempo marcó cómo me gusta vestir, qué me gusta leer, cómo me gusta escribir, qué me gusta ver y hacer... en fin. Marcó mi personalidad.

Cuando me pongo analizar, llego siempre a la conclusión de que ese cambio en mi fue gracias a que en Puerto Vallarta conocí a esta persona, pero es lo único que agradezco porque no disfruté la secundaria. Esa etapa que todos dicen “es la mejor”, para mi no lo fue. De hecho, terminé por odiar ese lugar, odiar la arena, el mar, el sol, la gente de ese lugar junto con su acento costero y sus regionalismos. Sonará racista, pero incluso, terminé odiando el color de piel de esa gente y sintiendo asco al estar cerca de ella (cosa rara en mi, ya que siempre he estado en contra del racismo y aquí en la ciudad, no siento nada de eso hacia nade).

Por suerte, todo terminó. Y cuando miré hacia atrás, sonreí al ver que había terminado. Volví a la ciudad de México en Junio del 2010. Aun lo recuerdo perfectamente. Realicé el examen de admisión a la de educación media superior en el Instituto Politécnico Nacional, ya que en mi plan de vida incluí ser un programador en lenguajes informáticos, aunque con mi bajo nivel matemático y mi desagrado hacia la materia de los números, no me sentía completamente seguro.

Así avancé de semestre en semestre, arrastrando materias y recusando otras. Por alguna razón, mi flojera me impedía realizar mis deberes, y en algunos casos, mi conciencia, diciéndome que tenía tarea por hacer, es lo que ayudaba a pasar los semestres con calificaciones solo suficientes para aprobar, pero nada buenas.

Terminando la media superior, inicié a trabajar como asistente de un programador reconocido de el Distrito Federal, y me pagaban lo suficiente para que yo decidiera esperar un momento antes de empezar mi carrera superior.

Trabajando y ahorrando, compré un departamento en una zona media de La Ciudad de México. Me gustaba mucho. Tenia mis muebles, mi computadora, y sobre todo, libreros y libreros con novelas de terror gótico que fui coleccionando sin darme cuenta. Se fueron 4 años, después 2 más, y fue cuando decidí retomar mi vida académica.

Entré y actualmente estoy iniciando los primeros semestres. Y fue cuando te encontré. Me dices que te gusta coleccionar vidas, y pues ya te platiqué la mía. Una más para tu colección. Y lamento que no sea lo que esperabas. Pero es todo.

Ahora ya es muy tarde, sera mejor que regreses a tu hogar, y sobre lo de mi nombre, quizá aun lo quieras saber: Soy Iän Cardoso y nací un 11 de junio de 1995, el mismo año en el que tropas rusas tomaron Grozni y terminan por incendiar la ciudad, dejando incontables muertes humanas.